Syphilis in the art.
Dermatol Rev Mex. 2020; 64 (4): 470-472.
Adriana Zamudio-Martínez, Gabriela Zamudio-Martínez
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Monterrey, Nuevo León, México.
Francisco de Goya (1746-1828 dC) fue un gran exponente del romanticismo español y pintor de la corte real, que en sus más de 700 pinturas retrató la naturaleza humana, las desgracias de la guerra, las carencias del pueblo español y numerosas enfermedades, incluidas las que él padecía.1
En el cuadro titulado Las viejas, también conocido como El tiempo se observan tres extrañas figuras: en primer plano dos mujeres ancianas y un hombre detrás de ellas. La figura central, y la más importante, representa una mujer elegantemente vestida y ataviada en finas joyas, se puede suponer que se trata de una mujer de la aristocracia por la flecha en sus cabellos, muy al estilo de la reina María Luisa,2 como el mismo Francisco de Goya la retrataba (La familia de Carlos IV, 1800). Al lado de esta mujer se encuentra otro personaje, de tez más oscura, ojos hundidos y nariz deformada que sostiene un espejo que en la parte posterior tiene la frase “¿Qué tal?”. Detrás de estos dos personajes femeninos hay un hombre anciano con alas que sostiene una escoba a modo de hoz: el dios Cronos para los griegos, Saturno para los romanos, ampliamente retratado por Goya, que representa el inclemente paso del tiempo.
Son bastante notorios en las mujeres de este lienzo sus rostros demacrados y su extrema delgadez, casi cadavérica. Al analizar con detenimiento podemos encontrar datos clínicos sugerentes de una sífilis congénita: el personaje de tez oscura tiene una depresión de la raíz nasal por destrucción ósea y cartilaginosa: una nariz en silla de montar, característica tardía de esta infección, además de marcada hipoplasia maxilar superior en ambas mujeres.3 El rostro de la mujer morena muestra unos incisivos con muescas verticales profundas, principal característica de los incisivos descritos por Sir Jonathan Hutchinson en 1858.4
Pareciera que la propia enfermedad esculpe a los que la padecen, otorgándoles llamativas características y estigmas que se convirtieron en un tema recurrente en el arte de los siglos XV, XVI y XVII cuando la enfermedad se extendió como epidemia en Europa, inicialmente y por coincidencia de fechas, se atribuyó a los indígenas de la recién descubierta América; sin embargo, esta enfermedad se conoce desde la antigüedad5 y recibió su nombre por un poeta y cirujano italiano: Girolamo Fracastoro, que en su obra, originalmente escrita en latín, Syphilis sive morbus gallicus, cuenta la historia del pastor Sífilus cuidador de los rebaños del rey Alcithous, un importante personaje de la mitología griega. El pastor se molestó con los dioses griegos porque éstos dejaban al rebaño sin comida para pastar, por lo que dejó de adorarlos y en su lugar adoró al rey. Como castigo por sus actos el pastor y el reino entero fueron castigados por el dios Apolo con una terrible enfermedad llamada sífilis. En este poema el tratamiento fue otorgado por los dioses Juno y Tello que, tras numerosos sacrificios humanos, incluido el propio pastor, entregaron al reino el árbol del guayaco (Guaiacum officinale), ampliamente utilizado como tratamiento en esa época.6,7
Existen numerosos escritos, pinturas e ilustraciones donde la sífilis se muestra como el tema principal, sobre todo por el tabú que envolvía a la enfermedad, ampliamente relacionada con la promiscuidad, la prostitución y la decadencia. La sífilis antiguamente era una enfermedad en extremo severa, relacionada con gran número de muertes y hasta el siglo XX sin una cura efectiva. Todas las naciones que en su momento tuvieron epidemias de la enfermedad culparon a los países vecinos o enemigos por lo que es conocida como la enfermedad francesa, enfermedad polaca, enfermedad cristiana, entre otros nombres xenófobos, por lo que a lo largo de la historia padecer sífilis puso un estigma no solo sobre el enfermo, sino sobre naciones enteras.
Actualmente, y gracias a la penicilina y programas de prevención, la sífilis es fácilmente curable y rara vez evoluciona a cuadros severos como los antiguamente retratados por medio del arte.
REFERENCIAS
1. Guijarro Castro C. La influencia de la enfermedad neurológica de Goya en su cambio de estilo pictórico. Neursci Hist 2013;1(1):12-20.
2. Laguna Enrique ME. El Museo Nacional de Bellas Artes de la Habana y la colección de retratos de la Pintura Española del siglo XIX. 1a ed. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2013;594 -595.
3. Vargas-Pérez K, Mena-Cedillos C, Toledo-Bahena M, Valencia A. Sífilis congénita, la gran simuladora. Dermatol Rev Mex 2014;58:40-47.
4. Torres Salazar JF, Rodriguez Ortega D. Signos dentales de la sífilis congénita. Revista ADM 2017;74(6):286-292.
5. Topolanski R. El arte y la medicina. Capítulo 8: Las infecciones y otras enfermedades. Sindicado médico de Uruguay. Montevideo, 2004;415-486.
6. Tampa M, Sarbu I, Matei C, Benea V, Georgescu SR. Brief history of syphilis. J Med Life. 2014;7(1):4-10.
7. Waugh MA. Role played by Italy in the history of syphilis. Br J Vener Dis 1982;58:92-95. doi: 10.1136/sti.58.2.92