Inheritance.
Dermatol Rev Mex. 2021; 65 (3): 437-439. https://doi.org/10.24245/dermatolrevmex.v65i3.5788
Eduardo Corona-Rodarte,1 Óscar Lozano-Cruz,1 Michelle Gatica-Torres2
1 Departamento de Medicina Interna.
2 Departamento de Dermatología.
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, Ciudad de México.
Es a través del arte que podemos aprender sobre circunstancias sociales e históricas, en ocasiones, incluso comprendemos perspectivas socioculturales alrededor del proceso salud-enfermedad.
En Herencia (Figura 1), un retrato por Edvard Munch, vemos a una mujer lamentándose mientras carga a su hijo recién nacido infectado por sífilis, letárgico, desnudo y con algunas lesiones en la piel. Ella está vestida con una blusa negra de cuello alto que contrasta con una pluma roja que sobresale de un sombrero informal. Su falda es larga, con hojas marrones que se disponen longitudinalmente a lo largo de la misma. El recién nacido tiene una cabeza de grandes dimensiones, posiblemente por hidrocéfalo, y llaman la atención las lesiones eritematosas que cubren el tórax y las extremidades francamente hipotróficas. Ella cubre su rostro distorsionado con un pañuelo blanco mientras sufre en lamento y arrepentimiento.
Este retrato es considerado una inversión grotesca e inquietante de la clásica Virgen con el niño1 y a través de esta obra se evalúa la moralidad y la transferencia del pecado de una madre a su hijo que sobrepasan los límites morales impuestos por la sociedad en aquel tiempo. Entre otros tabúes que se muestran en esta obra están las enfermedades de transmisión sexual, la sexualidad, la infidelidad y la prostitución.
El título de esta obra es interesante y demuestra que en 1890 se asumía que la enfermedad era hereditaria. Siglos antes, en 1529, Paracelso propuso que la infección era una enfermedad que se transmitía del padre al hijo y se creía que únicamente las prostitutas la contraían. Más tarde se consideraba una plaga y al infectado se le estigmatizaba por tener falta de moralidad. Los tratamientos no eran efectivos y causaban más efectos adversos que mejoría. Inicialmente fue tratada con dosis cuidadosamente medidas de mercurio, de ahí que en esa época se popularizó la expresión “una noche con Venus y una vida con mercurio”. Esta idea cambió en 1905 con el descubrimiento de la espiroqueta Treponema pallidum por el dermatólogo Erich Hoffmann y el zoólogo Fritz Schaudinn, así como con el advenimiento de un tratamiento efectivo con el descubrimiento de la penicilina en 1940.2
En cuanto a la sífilis congénita temprana, las manifestaciones iniciales aparecen antes de los dos años, a menudo en las primeras 10 semanas de vida. Su exantema es semejante al de la sífilis secundaria del adulto, siendo inicialmente macular y eritematoso. Las lesiones vesiculoampollosas que afectan las palmas y las plantas son exclusivas de la sífilis congénita neonatal. Entre otros hallazgos está la hepatoesplenomegalia, la ictericia, el catarro nasal y la anemia. Es evidente en la obra de Munch la asociación en el niño de una cabeza anormalmente grande con abombamiento frontal, extremidades hipotróficas y una erupción eritematosa en el tórax.
La paleta de colores también tiene gran simbolismo. Esta composición con rojo, verde, negro y blanco aparece también en otras obras de Munch con temas de muerte y enfermedad, como en Muerte en la habitación del enfermo (1893). Las hojas secas y descendentes simbolizan la muerte innegable. La banca y los anuncios sugieren que se trata de una sala de espera en un lugar de atención médica, donde la madre, desesperada, intenta conseguir ayuda para su hijo que eventualmente morirá.
Edvard Munch (1863-1944) fue un pintor y artista gráfico noruego, considerado uno de los expresionistas más icónicos en la pintura moderna. Nació en una familia de clase media y durante su infancia la enfermedad y el sufrimiento marcaron su vida. La muerte de su madre y hermana por tuberculosis, así como la muerte de su padre cuando era joven y la cercanía con la enfermedad mental de su hermana las resumió en la frase: “fueron los ángeles negros que vigilaron mi cuna y quienes acompañaron toda mi vida”. Las experiencias de su vida lo hicieron pensar que la serie de obras de 1890 que el mismo denominó “the frieze of life” trataban de la maldición de la herencia.3
El artista expresó “desde que tengo memoria, he sufrido un profundo sentimiento de ansiedad que he tratado de expresar en mi arte”, y es a través del arte que Munch intenta hacer catarsis con estas emociones que le habían perseguido. “Yo no pinto lo que veo, pinto lo que vi” y Herencia precisamente se basa en lo observado por el artista en una visita al Hospital de Saint-Louis en París a finales del siglo XIX. En esa visita conoció la extensa colección de modelos de cera que el hospital poseía, llamados moulages, con los que se enseñaba anatomía a los estudiantes.3
La sífilis continúa formando parte de una miríada de diagnósticos diferenciales dentro de la práctica médica en todas sus especialidades. Su capacidad de imitar otras enfermedades la convierte en un gran reto, por lo que no podemos dejar pasar inadvertido su diagnóstico. La incidencia de la sífilis congénita ha disminuido a través de los años; sin embargo, aún no ha desaparecido del todo y continúa causando consecuencias devastadoras en los afectados. Como dermatólogos, jugamos un papel muy importante para que la sífilis congénita en un futuro exista exclusivamente en libros, pinturas y moulages.
REFERENCIAS
1. Perciaccante A, Coralli A. The history of congenital syphilis behind the inheritance by Edvard Munch. JAMA Dermatol 2018; 154 (3): 280. doi. 10.1001/jamadermatol.2017.5834.
2. Rothschild M. History of syphilis. Clin Infect Dis 2005; 40 (10): 1454-1463. doi. 10.1086/429626.
3. Cordulack S. Edvard Munch and the physiology of symbolism. Madison (NJ): Fairleigh Dickinson University Press, 2002.
Recibido: noviembre 2020
Aceptado: noviembre 2020
Este artículo debe citarse como: Corona-Rodarte E, Lozano-Cruz Ó, Gatica-Torres M. Herencia. Dermatol Rev Mex 2021; 65 (3): 437-439.