Oliverio Welsh Lozano, December 17th, 1939-March 17th, 2020.
Dermatol Rev Mex. 2020; 64 (4): 473-475.
Minerva Gómez-Flores
Servicio de Dermatología, Hospital Universitario Dr. José E González, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León, México.
Don Oliverio nació en Montemorelos, Nuevo León, fue el mayor de cinco hermanos, todos varones. A muy temprana edad quedó huérfano de padre, lo que obligó a la familia a luchar por la subsistencia y el estudio arduo.
Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León de 1956 a 1962, terminando con uno de los primeros lugares de su generación.
Estudió un año Patología Clínica, antes de ganar una beca para estudiar un año Medicina Interna y tres de la residencia en Dermatología en Ann Arbor, Michigan, durante la cual también destacó.
Regresó a Monterrey en el decenio de 1970, donde inició una exitosa consulta privada y su pasión por la academia e investigación lo llevó de regreso a la Facultad de Medicina, a la que acudió hasta el último día que le fue posible.
Durante cinco décadas ocupó cargos como subdirector de pregrado, subdirector de posgrado e investigación, jefe del Departamento de Dermatología y profesor emérito activo.
Su paso por la Facultad de Medicina estuvo marcado por sus contribuciones académicas: bajo su jefatura continuó la labor del Dr. Juventino González Benavides en la procuración de un Departamento de Dermatología a la vanguardia en los aspectos docentes, tecnológicos y asistenciales, asegurando la formación de especialistas del más alto nivel, conformando un grupo de profesores e invitados expertos en los diferentes temas. En 1998 fundó el Laboratorio de Investigación Interdisciplinaria en el Servicio de Dermatología, iniciando una de las líneas que hasta el día de hoy da frutos nacionales e internacionales en el estudio de los micetomas.
Cuando fungió como Subdirector de Posgrado e Investigación de la Facultad de Medicina y del Hospital Universitario de la UANL, implementó una serie de procesos organizacionales que formaron las bases de lo que actualmente está vigente, inició los programas del doctorado en Medicina y los congresos de investigación.
Investigador nato, durante toda su vida buscaba responder preguntas científicas mediante el método adecuado, culminó con su Doctorado en Medicina en 1990, logrando la distinción de Magna Cum Laude.
Como profesor siempre dio lo mejor de su conocimiento a todo aquel que como alumno o colega se cruzara en su camino, con su bonhomía y alegría características.
Sus contribuciones en la medicina son incontables: más de 300 conferencias nacionales e internacionales, más de 100 artículos publicados en revistas de impacto, 30 capítulos de libros, director y codirector de múltiples tesis de especialización, maestría y doctorado, así como revisor de revistas como J Am Acad Dermatol, Int J Dermatol, J Amer Med Assoc, Clinics in Dermatology y todas las mexicanas y fue editor de Dermatología Rev Mex hasta su fallecimiento. Podemos resaltar sus trabajos en enfermedades como lepra y micetomas, cuyos tratamientos se administran actualmente contra estas afecciones. Formó parte del grupo internacional que logró que la OMS reconociera a los micetomas enfermedades huérfanas.
Fue miembro de la Asociación Americana de Dermatología, de la Academia Mexicana de Dermatología, de la Academia Europea de Dermatología, de la Sociedad Internacional de Dermatología y de la Sociedad Internacional de Investigación en Dermatología, entre otras.
Fue presidente y consejero del Consejo Mexicano de Dermatología, miembro de la Academia Nacional de Medicina y miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel III.
Dueño de un carácter afable, empático, lector incansable no solo de medicina, tenía siempre una conversación interesante, enriquecedora y de sabios consejos.
Siempre a la vanguardia en todas las áreas de la dermatología, le interesaban las enfermedades huérfanas, como la lepra y los micetomas, que afectan principalmente a la población menos favorecida económicamente y sus investigaciones y tratamientos son aplicados en todo el mundo.
En vida recibió múltiples reconocimientos, desde sociedades locales, como la de Nuevo León, del estado de Nuevo León, y nacionales, como la Academia Mexicana de Dermatología. Fue nombrado Maestro de la Dermatología por el CILAD, recibió el reconocimiento de la Liga Internacional de Sociedades Dermatológicas. El curso de Micología de la UNAM del año pasado llevó su nombre y en 2018 recibió de manos del Presidente de la República el Premio Miguel Otero Arce por sus contribuciones científicas de trascendencia internacional (Figura 2).
Con su esposa Esperanza formó una numerosa familia de cinco hijos y diez nietos, todos ellos excelentes personas, por quienes sentía gran amor y orgullo. Su hija Esperanza heredó la estafeta dermatológica de su padre y lo ha hecho con temple y preparación académica de alto nivel.
Su gran legado y ejemplo perdurarán por muchas generaciones.
Descanse en paz Dr. Oliverio.
Con admiración y respeto
Minerva Gómez Flores