El ejercicio de la medicina es un arte, no un oficio; una vocación, no un negocio;
una vocación en la que tu corazón se ejercitará igual que tu cabeza.
William Olser
El 29 de agosto de 2024 se llevó a cabo el acto protocolario de darle nombre al Aula Magna de Medicina de la UABC, éste fue el corolario de un proceso de selección entre varias propuestas, que fueron elegidas por un jurado riguroso que seleccionó al Dr. Pérez Madrigal como el candidato ideal para dicha asignación.
El evento fue presidido por las diferentes autoridades, desde su rector el Dr. Luis Enrique Palafox Maestre quien, además, hizo una reseña explicando los mecanismos de selección y los méritos de quien fue seleccionado, como un proceso pulcro y abierto.
Una de las situaciones que vale la pena resaltar de este hecho es que se haya elegido a un dermatólogo, cuando a esta especialidad, por muchas autoridades, se le ha dado un papel menor en la medicina; muchas veces hemos escuchado por nuestros profesores, como el maestro Amado Saúl, que la Dermatología es “la cenicienta de la medicina”. Esto hace denotar el reconocimiento de un dermatólogo, con el trabajo largo y constante, trabajo a pulso, labrando en el desierto, como sobreviven esos maravillosos animales los cimarrones, que coincidentemente son el símbolo de la UABC.
Escribir la enorme labor del Dr. Pérez Madrigal sería muy extenso; él es un hombre-hormiga de trabajo diario y prudente, él mismo se ha cuestionado “¿por qué reconocerme por algo que tengo la obligación de hacer? Si mi labor es esa, la de enseñar y trasmitir el conocimiento a través de mis lecturas, pero en especial de mis pacientes”.
El Dr. Pérez Madrigal es un hombre sencillo, sumido en largos silencios, pero que cuando habla deja con claridad lo que pretende trasmitir. Es un personaje que ha sabido escuchar a sus estudiantes, inyectarles su pasión por la Dermatología. Se lo agradecen 80 generaciones (dos por año) en sus 40 años de labor universitaria y más de sus cuatro décadas entregadas en la especialidad de Medicina Interna en el propio Hospital General de Mexicali.
La frase célebre que encabeza esta nota justo llegó a mis ojos y es la perfecta descripción del Dr. Pérez Madrigal, porque sus años y los intensos soles de Mexicali lo han hecho un artista de la piel que convirtió en su vocación, la que ejerce con corazón e inteligencia.
¡Larga vida, Dr. José Pérez Madrigal!
Alexandro Bonifaz