Syphilis. A painting that illustrates the historical denigration of women. Part 2.
Dermatol Rev Mex. 2021; 65 (5): 822-824. https://doi.org/10.24245/dermatolrevmex.v65i5.6914
Pablo Campos-Macías
Profesor de la Facultad de Medicina de León, Universidad de Guanajuato. Dermatólogo, Hospital Aranda de la Parra, León, Guanajuato, México.
Dos pinturas, creación de Richard Tennant Cooper, elaboradas en 1912, son ilustraciones de la sífilis, enfermedad de transmisión sexual, imágenes que más allá de hacer referencia a un padecimiento, son la evidencia del injusto señalamiento, que través de la historia, en diferentes culturas y circunstancias, se ha hecho hacia la mujer como la causa más determinante de la diseminación de las en su momento llamadas enfermedades venéreas.
Una de sus pinturas referentes a la sífilis la ubica en una amplia estancia con un bello mobiliario de madera, a la derecha un librero y una bolsa con palos de golf, al centro un biombo negro, a la izquierda una mesa sobre la que descansan una pequeña estatuilla de una mujer desnuda, un recipiente con flores rojas, un portarretrato, una botella de vino y una copa. Cuatro cuadros cuelgan de la pared del fondo, la mitad superior color marrón, la inferior de madera, dos sables a los lados del cuadro de la izquierda. Tres personajes en la escena, sobre un bello tapete, al centro, una mujer, aparentemente sentada, de su cuerpo se percibe la cara y la extremidad superior izquierda, una dermatosis cubre la mayor parte de su piel, de la que se evidencian neoformaciones y ulceraciones, la región centrofacial muy afectada. Su cuerpo se encuentra envuelto en un velo trasparente, que a su vez envuelve la figura de una mujer desnuda, a su lado, de pie, que muestra la parte posterior de su cuerpo a través del velo, contrasta la belleza de su figura, bien contorneada, la delicadeza de sus facciones faciales, observadas de perfil, ataviada por una vistosa joyería, las pulseras adyacentes a su mano izquierda, un collar de enormes piedras y sus aretes colgantes, es la representación misma de una Venus, la diosa del amor en el Olimpo romano. A la izquierda, sentado, descansando su rostro sobre la mesa y su antebrazo, un caballero elegantemente vestido, su mano izquierda cae flácida entre sus piernas, es la imagen fiel de la desolación, ha tratado de mitigar su pena con el vino, la copa yace ya vacía a su lado. Sabe que el gozo efímero que ha tenido de los placeres de Venus en una o tal vez varias ocasiones ha tenido un costo muy alto, la sífilis, que le acompañará toda su vida, ejemplificada en la mujer del centro que siempre estuvo enmascarada por la belleza corporal de su Venus. Figura 1
Es la mujer la que seduce y contagia al hombre, la Eva que induce a su Adán a comer el fruto prohibido, ninguna reflexión acerca de cómo el mal fue sembrado en el cuerpo de ella, de las situaciones que la han llevado a disponer de su tal vez única propiedad privada para poder obtener unas cuantas monedas que le ayuden a subsistir y en ocasiones a llevar el alimento a varias bocas.
Trabajadoras sexuales que en cada moneda que obtienen ponen su salud en riesgo a muchas posibles enfermedades, son las Venus que inducen al pecado, las diosas que bajan del Olimpo para seducir a los hombres y procurarles el mal.
Muchas son las enfermedades potencialmente transmisibles, la sífilis y la gonorrea son dos de los que se tienen testimonios escritos muy antiguos, eran desde ese entonces asociadas con los amores prohibidos, su presencia como una manifestación en un comportamiento sexual incorrecto.
Si han existido injusticias históricas respecto a la elaboración de juicios, grave ha sido también el atropello cultural cometido en cuanto a la denominación asignada a ese grupo de enfermedades, abominable equivocación que aún sobrevive hasta nuestros tiempos.
Los dioses de la mitología griega fueron adoptados por la cultura romana, que los nombró de manera diferente, Afrodita (griego antiguo: surgida de la espuma del mar), diosa del amor y la belleza, fue reemplazada por Venus (de venus, amor), diosa del amor. Y fue a estas enfermedades, que implicaban una interacción corporal, lejos la mayor parte de las veces de un sentimiento de amor, más una satisfacción corporal, a las que se les llamó enfermedades venéreas, aduciendo a Venus, la diosa del amor. Una enorme irreverencia, sin duda, al significado de las palabras y su significado metafórico, nada más lejano que la presencia de chancros y lesiones gomosas de lo que significa el amor (afecto, cariño, ternura, entusiasmo, pasión).
Fue esta reflexión la que motivó, en un pasado no muy lejano, a la adecuación de la terminología, el cambiar la terminología de enfermedades venéreas por enfermedades de transmisión sexual, este concepto, sin embargo, no incluía a las personas que ya adquirido el agente causal, se comportan como portadores asintomáticos seropositivos, que no manifiestan aún clínicamente la enfermedad, por lo que se propuso y aceptó llamarles infecciones de transmisión sexual (ITS), que incluyen a los portadores asintomáticos y a los sintomáticos. Con lo anterior le restituimos la honorabilidad a la diosa Venus, que vuelve a ocupar su pedestal en el Olimpo romano, limpio y pulcro.
Faltaría restituir el injusto trato que se le ha dado a la mujer a través de la historia y las diferentes culturas, señalándola como el germen de las enfermedades sexuales, sin analizar el papel de sus parejas.
Richard Tennant Cooper fue un oscuro artista inglés que nació en el condado de Kent en Inglaterra, la mayor parte de su producción pictórica la desarrolló en París. Participó en la primera Guerra Mundial y los pocos trabajos que se conocen de él de esa época son tan oscuros y terroríficos como los que posteriormente plasmaría de enfermedades. A su regreso a Inglaterra realizó una serie de ilustraciones de enfermedades, pinturas fantasmagóricas con alto contenido metafórico tanto del efecto devastador de las enfermedades como de los peligros de algunos tratamientos médicos; son escenas que transmiten miedo, rechazo e incluso prejuicio, algunos de ellos, influidos por los conceptos de la época, evidenciando a la mujer como la “transmisora” de la sífilis, como es el caso de las pinturas analizadas, enfermedad enormemente estigmatizada en todos los tiempos y en todas las sociedades.
Poco fue su éxito en el área pictórica artística, no así en el arte comercial, su pincel creó obras para la Asociación del Automóvil británico y otras publicaciones dedicadas a vehículos y seguridad vial. Falleció en 1957.
BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA
1. Campos P. Syphylis. Una pintura que ilustra la denigración histórica a la mujer. Dermatol Rev Mex 2021; 65 (4): 631-635. https://doi.org/10.24245/dermatolrevmex.v65i4.5787.
Recibido: diciembre 2020
Aceptado: enero 2021
Este artículo debe citarse como: Campos-Macías P. Sífilis. Una pintura que ilustra la denigración histórica de la mujer. Parte 2. Dermatol Rev Mex 2021; 65 (5): 822-824.