Dermatology and art. A new section of Dermatología Revista Mexicana.
Dermatol Rev Mex 2017 julio;61(4):267-268.
Facultad de Medicina, Universidad de Guanajuato, León, Gto., México.
El arte y la medicina comparten sus raíces; las vicisitudes de los seres humanos; la lucha entre el bien y el mal; la naturaleza, un tanto sombría, de la enfermedad y la esperanza de vencer la batalla por una vida bella y saludable.
Imposible dilucidar el arte y la medicina como dos de las manifestaciones más plenas de lo que es el humanismo. De lo anterior se desprende la importancia de que en la formación del dermatólogo se integren actitudes eminentemente humanísticas y la capacidad de apreciar el arte como elemento integrador.
El maestro Ignacio Chávez menciona que humanismo quiere decir cultura, comprensión del hombre en sus aspiraciones y miserias; valoración de lo que es bueno, lo que es bello y lo que justo en la vida; fijación de las normas que rigen nuestro mundo interior. Ésta es la acción del humanismo al hacernos cultos. La ciencia nos hace fuertes, pero no mejores. Por el eso el médico entre más sabio debe de ser más culto.
Por fortuna esas dos conquistas del hombre, la ciencia y la cultura, no son opuestas ni menos excluyentes, antes bien, se hermanan y se completan armoniosamente cuando el hombre reúne talento y sensibilidad.
Chávez menciona que no hay peor forma de mutilación espiritual en un médico que la falta de cultura humanística.
Ese humanismo quedaría triste y mate si los dermatólogos no puliéramos nuestro espíritu con las lecturas selectas, con la frecuentación de los clásicos, con el amor de la belleza –palabra, música, plástica o pintura– y con la reflexión de los temas eternos de la conducta –el deber, el amor, el bien–, formas todas de sublimar el alma frente a la dura realidad de vivir.
Mayte Suárez, periodista española que ha dedicado parte de su vida a explorar la relación entre arte y medicina, refiere que “la pintura quizá sea, por su inmediatez, la actividad artística que ha dejado testimonios más impresionantes de esa cara oscura del devenir de los hombres, mostrándola, unas veces, y atenuándola, otras, con la viveza de la luz y el color”.
La medicina y el entorno que rodea a la enfermedad han sido protagonistas constantes de esta cruel realidad, y un sinfín de imágenes plasmadas en los lienzos constituyen una brillante galería ilustrada de la patología humana, en la que el artista, quizá sin proponérselo, se convierte en mensajero de un legado invaluable que nos permite conocer nuestra historia.
A través del tiempo, el arte ha sido una fuente inagotable de representaciones clínicas, sociales y culturales del proceso salud-enfermedad, llegando a convertirse en una herramienta invaluable para la reconstrucción de la historia de la medicina y en un recurso didáctico, no siempre bien aprovechado, para la enseñanza de esta profesión, mitad ciencia y mitad arte.
En tal sentido, Alejandro Arís, eminente cirujano de origen español, manifiesta que la relación entre el arte y la medicina “nace de la deformación profesional del médico de interpretar una enfermedad representada en una gran obra de arte, de la misma forma que un sacerdote identificaría al pecador o al santo, y un militar reconocería al héroe o al cobarde. En todos ellos el pintor ha logrado plasmar algo que resulta incongruente pero incuestionable: la belleza de la enfermedad”.
“En ocasiones –continúa Arís– la patología es obvia, pero en otras resulta más sutil y es posible que el propio pintor la ignorase cuando realizó el cuadro. En la interpretación de esta patología sólo se puede aplicar una de las formas cardinales de la exploración semiológica, la inspección”.
Esta nueva sección es un capítulo fundamental en nuestra prestigiada revista, que viene a integrar nuestra formación personal, incrementar nuestro espíritu humanístico que imbuido en el científico nos ayudará a ser mejores personas y, por ende, mejores médicos.
Para el desarrollo de esta sección, que aparecerá en todos los números, hemos invitado a participar en la coordinación al Dr. Arturo Vargas Origel, médico originario de Cortázar, Guanajuato; realizó la licenciatura en la Facultad de Medicina de León y el posgrado en pediatría y neonatología en el Centro Médico Nacional del IMSS en la Ciudad de México, nombrado Jefe del Departamento de Neonatología del Hospital de Pediatría. Cursó la Maestría en Investigación por la UNAM. Posterior al movimiento telúrico de 1985 regresó a la ciudad de León, Guanajuato. Profesor de pre y posgrado de la UNAM y la Universidad de Guanajuato, fundador de la Maestría Clínica de la Facultad de Medicina, ha publicado más de 100 artículos en revistas nacionales e internacionales, consultor de varias revistas de especialidad y coautor de varios libros; ex presidente del Consejo Mexicano de Certificación en Pediatría, Sección Neonatología y ex presidente de la Federación Nacional de Neonatología, miembro de la Academia Nacional de Medicina y de la Academia Mexicana de Pediatría. Experto en Historia del Arte, ha profundizado en los últimos años en la relación del arte y la medicina. Agradecemos la disposición y entusiasmo que ha tenido para sumarse a este proyecto que iniciamos en la Sociedad Mexicana de Dermatología a través de su principal órgano informativo.