Doktor Schnabel von Rom (Doctor beak of Rome). First antecedent of protective clothing in epidemics and pandemics.
Dermatol Rev Mex. 2021; 65 (3): 433-436. https://doi.org/10.24245/dermatolrevmex.v65i3.5798
Pablo Campos-Macías
Profesor de la Facultad de Medicina de León, Universidad de Guanajuato. Dermatólogo, Hospital Aranda de la Parra, León, Guanajuato, México.
La peste es una de la enfermedades de las cuales se tienen testimonios más antiguos y ha sido causa de escenarios catastróficos en la salud de los pueblos.
En la época en que Justiniano I era emperador del Imperio Romano de Oriente, ocurrió una pandemia entre 541-557 dC que afectó vastas regiones de Asia, África y Europa, causando una mortandad muy importante. De la pandemia ocurrida en el siglo XIV hay muchas evidencias escritas y pictóricas, uno de los mayores desastres biológicos que han azotado a la humanidad, hay referencias que mencionan que la población de Asia, África y Europa se redujo en más de un 50%.
Desde el siglo XV los hospitales se habían multiplicado tratando de dar atención a la gran cantidad de enfermos. Los nosocomios eran atendidos en su mayor parte por religiosos, ya que era poca la población de médicos para satisfacer las demandas. Fue en esa época y por esos motivos, que en las poblaciones afectadas se elegían a algunos de sus habitantes para fungir como médico de la peste negra, sus honorarios eran aportados por todos, siendo una actividad de mucho riesgo. El puesto solía ser aceptado por los médicos menos exitosos o los que, iniciando en el ejercicio de la profesión, no contaban con un sustento económico. Eran ellos los que además de proporcionar atención a los enfermos, llevaban el registro oficial del número de enfermos y de defunciones. En algunos países los elegidos no tenían ningún adiestramiento formal y eran conocidos como “empíricos”.
Se tenía el concepto de que la enfermedad se difundía a través de los “miasmas”, emanaciones fétidas e impuras que se podían transmitir fácilmente al contacto con la persona afectada y del medio ambiente. La mortalidad entre quienes atendían a los enfermos era muy alta, por lo que los médicos de la peste usaban diferentes vestimentas especiales para su protección.
A mediados del siglo XVII, una epidemia originada en el norte de África se diseminó a España. Hacia el año 1655 llego a la península itálica, a pesar de las precauciones tomadas para tratar de impedir su propagación, muy pronto se hizo presente en la ciudad de Roma, afectando a gran parte de la población.
La presencia de los médicos de la peste con atuendos especiales no era ajena a la población romana, tenían el antecedente de un brote reciente de la enfermedad en 1629 que afectó el centro y el norte de Italia, y a la que se le llamó la gran peste de Milán.
El año 1607, previo a las epidemias que azotaron a la península itálica, recibió el título de médico en la Universidad de Montpellier, Charles Delorme (1584-1678), heredero en vocación a su padre, Jean Delorme, que era catedrático en la misma facultad de medicina. Reconocido por su sabiduría médica, poseedor de un gran acervo cultural y del dominio de varios idiomas, fue llamado a ser el médico de cabecera del rey Luis XIII. Tuvo la oportunidad de viajar por varios países, percatándose de los escenarios devastadores que dejaba la “muerte negra”, cadáveres por doquier, entre ellos los médicos tratantes. A él se atribuye, sensibilizado por tanto sufrimiento, la elaboración de una vestimenta que tratara de brindar la mayor protección para evitar el contagio, vestimenta con una máscara muy peculiar.
Una de las representaciones más fieles de esta vestimenta es la realizada por Paulus Fürst en 1656, un grabado en cobre de 21.3 x 25.6 cm, titulado Doktor Schnabel von Rom (en español, Doctor Pico de Roma).
Fürst ilustra una imagen muy grotesca con una vestimenta que cubre de la cabeza a los tobillos, con mangas largas, guantes y sombrero. La cara cubierta con una máscara con aspecto de pico de ave, una larga nariz puntiaguda y dos orificios cubiertos con vidrio para proteger los ojos, en la mano derecha un bastón. Figura 1
Hay testimonios que refieren la vestimenta de tela gruesa e impregnada de ceras aromáticas. Por debajo se usaban pantalones de piel fina amarrados desde el frente a botas o calzado de cuero marroquí (cuero de cabra) y una blusa de piel fina y manga corta, cuyo extremo inferior se introducía en los pantalones. El sombrero y los guantes estaban hechos de la misma piel. El pico de la máscara, de hasta 15 cm de largo, con un orificio de cada lado, para poder respirar, se rellenaba de hierbas aromáticas que servía como filtro para detener los miasmas expedidos por los enfermos, se mencionan paja, ámbar gris, hojas de menta, estoraque, mirra, láudano, pétalos de rosa, alcanfor y clavos de olor. Los lentes eran de grueso cristal protector. Figura 2
El bastón de madera se usaba para ayudar en la exploración de los pacientes sin tener que tocarlos, además de ser utilizado como herramienta para el arrepentimiento de pecados. Muchos creían que la peste era un castigo de Dios y pedían ser golpeados como parte de su arrepentimiento.
Se menciona que, aprovechando el sufrimiento de los enfermos y la angustia generada en todo el entorno familiar, frecuentemente estos personajes se mostraban abusivos. Hacían cobros injustificados y altos, y sus servicios eran muy deficientes. Ello dio lugar a la edición de material satírico, como el grabado que nos ocupa, un médico de la peste durante la epidemia en Roma. Fürst ilustra un personaje grotesco, que semeja un cuervo, las manos, portando guantes, pero con los dedos en forma de garra. En la esquina inferior izquierda se observa al médico de la peste, con su macabra vestimenta y un grupo de niños que huyen atemorizados, lejos de causar consuelo, su presencia generaba terror. En el cuadrante inferior derecho la representación de la ciudad de Roma. En la parte media a los lados de la figura un poema en latín-alemán en el que sarcásticamente el autor denuncia el comportamiento de estos personajes:
“Usted cree que es una fábula lo que está escrito del Doctor Pico, que huye del contagio y saca de ahí su salario. Busca cadáveres para subsistir, como el cuervo en el estercolero. Ah, créalo, no vaya allí, pues en Roma reina la peste. Quién no estaría aterrado ante su vírgula o vara, por la que habla, cual si fuera mudo, e indica lo que hay que hacer. Como algunos creen, sin duda, que lo tienta un diablo negro, la bolsa sería su infierno y oro, las almas que recolecta”.
Del autor, Paulus Fürst, editor y grabador alemán, poco se sabe, nació en Núremberg en 1608, contrajo nupcias en 1637, tuvo cuatro hijos; su familia heredó su taller posterior a suicidarse en 1666.
BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA
1. Schreiber W, Mathys F. La peste. En Infectio. Ed. Roche Basilea Suiza, 1987: 11-35.
2. Matuschek C, Moll F, Fangerau H, Fischer JC, et al. The history and value of fase mask. Eu J Med Res 2020; 25: 23. doi. 1186/s40001-020-00423-4.
Recibido: abril 2021
Aceptado: mayo 2021
Este artículo debe citarse como: Campos-Macías P. Doktor Schnabel von Rom (Doctor Pico de Roma). Primer antecedente de las vestimentas de protección en epidemias y pandemias. Dermatol Rev Mex 2021; 65 (3): 433-436.