Dermatol Rev Mex 2018 septiembre-octubre;62(5):451-453.
Pablo Campos-Macías,1 Arturo Vargas-Origel2
1 Dermatólogo.
2 Pediatra neonatólogo.
Facultad de Medicina de León, Universidad de Guanajuato.
La inoculación de Jenner para inmunizar contra la viruela fue objeto de todo tipo de críticas y burlas, como este dibujo satírico del caricaturista británico James Gillray realizado en 1802; en la parte inferior del dibujo se puede leer La marca de la viruela de la vaca o Los maravillosos efectos de la nueva inoculación. Uno de los temores populares era que la vacuna provocaría el crecimiento de los “apéndices vacunos”.
La ilustración muestra una escena en una institución de vacunación. A la izquierda se observa una multitud de comuneros humildes que tratan de entrar por la puerta. En la habitación se encuentran las personas cuyo tratamiento ha tenido consecuencias terribles. Al centro se aprecia una mujer sentada en un sillón, su semblante es de miedo, a su lado está el doctor; aunque muchos han asumido que es Jenner, hay quienes, por circunstancias de la época, lo ponen en duda y sugieren que es el Dr. George Pearson, allegado a St. Pancras, la institución benéfica que se representa. El galeno sostiene el antebrazo derecho de la mujer en tanto realiza una abrasión con un cuchillo; a su lado se encuentra un niño con un físico deforme, sosteniendo una cubeta con la leyenda de “vacuna caliente de vaca”, un escudo en la manga con el nombre de la institución y en la bolsa del saco un panfleto que menciona “beneficios del procedimiento de la vacunación”; alrededor se observan varias personas, incluso una mujer embarazada, y de diferentes partes de sus cuerpos y orificios naturales salen y brincan pequeñas vacas; hay un hombre en la parte posterior derecha, con indumentaria de carnicero, con una expresión desesperada al percibir los cuernos que brotan de su frente. Junto a la puerta, un asistente arrogante, en forma despectiva, proporciona con cucharón una suspensión de un recipiente que se encuentra en un buró donde hay jeringas y botellas. En la pared hay un cuadro, la expresión más fina de la sátira, que muestra a un ternero de oro y alrededor los pobladores, postrados de rodillas, adorándolo.
Para 1798, Jenner había concluido sus observaciones que demostraban cómo la secreción de la viruela de las vacas producía en los ordeñadores una enfermedad de alivio espontáneo que confería protección contra la viruela humana, enfermedad temible por su alta mortalidad y producción de secuelas cutáneas y oculares. Comunicó a la Royal Society de Londres su descubrimiento, que fue rechazado, por lo que a sus expensas decidió publicar el libro Investigación acerca de las causas y efectos de la viruela vacuna en 1798. Se despertó un temor popular a uno de los hallazgos más importante de la historia de la medicina, miedo que aún en la actualidad se puede comprobar hacia tan maravillosas y variadas vacunas que se han logrado obtener. Los científicos de la época, e incluso la Asociación Médica de Londres, se opusieron al tratamiento de Jenner y en muchas ocasiones realizaron críticas violentas e injuriosas. Desde los púlpitos se predicaba que la vacuna era una acción anticristiana por oponerse a los designios de Dios. Por último, su vacunación acabó imponiéndose, aunque hoy día sus métodos de experimentación serían inaceptables por contravenir los principios de la ética médica.
La noticia del descubrimiento se propagó con gran rapidez, el 21 de marzo de 1799, el Seminario de Agricultura de España lo publicó, un año después iniciaban campañas de vacunación a las guarniciones inglesas en el Mediterráneo y en España. Su expansión se vio reforzada por libros, folletos y artículos periodísticos. Para 1805 había 48 obras publicadas, 17 de ellas traducciones del francés. La obra más completa fue el Tratado histórico y práctico de la vacuna, de Moreau de la Sarthe, editada en París en 1801 que, basada en la publicación de Jenner, narra la historia puntualizada del descubrimiento, sus controversias, difusión, forma de manejo y aplicación de la vacuna, la importancia de concientizar a los padres a pesar de las campañas negativas para su aplicación y el primer manual de vacunación de la historia (Figura 2).
El médico español Francisco Javier Balmis percibió la importancia del documento y, dada la diseminación de la viruela por muchos países de habla hispana, decidió traducirlo al español. Por último, La Gaceta de Madrid la publicó el 8 de marzo de 1803, con un tiraje de 500 ejemplares a cargo de las Real Hacienda. Después Balmis, con autorización del rey Carlos IV y ante las grandes epidemias en los territorios conquistados en América, organizó la tan noble y altruista expedición, que a través de la inoculación brazo con brazo de 22 niños de un orfanato de la Coruña, trajeron la vacuna al continente americano y posteriormente la llevaron a Asia. Balmis hizo del manual una inmejorable carta de presentación, supuso una excelente herramienta de apoyo, una guía práctica armonizadora de la teoría y técnica de vacunación. En la escala de Tenerife, Balmis encargó a su apoderado en Madrid, en una carta del 6 enero de 1804, que le imprimiera a su costa 2000 ejemplares más “por ser muchos los profesores y aficionados a quienes habría que repartirlo”. Se reimprimió una segunda edición que le fue remitida a La Habana por correo marítimo.
James Gillray (Chelsea, 1757-1815), algunas veces conocido como Gillray, fue un caricaturista y grabador británico, famoso por sus aguafuertes basados en sátiras políticas y sociales, publicados entre 1782 y 1810. La época en que vivió favoreció al desarrollo de una gran escuela de caricatura. La lucha entre partidos se llevaba a cabo con gran vigor y sin amargura; de modo que se complacía de manera libre a las personalidades en ambos bandos. Su incomparable ingenio y humor, el conocimiento de la vida, el entusiasmo por lo ridículo y la belleza de su desempeño lo pusieron instantáneamente en primer lugar entre los caricaturistas. Gillray se distinguió en la historia de la caricatura por el hecho de que sus dibujos eran verdaderas obras de arte. Las ideas plasmadas en algunos de sus trabajos son sublimes y poéticamente magníficas en su intensidad de significado, mientras que la franqueza (a la que algunos han denominado grosería) de otros trabajos es característica de la libertad general de tratamiento común en todos los departamentos intelectuales del siglo XVIII. El valor histórico de su obra ha sido reconocido por muchos estudiosos de la historia. Terminó su vida enloquecido el 1 de junio de 1815 y fue sepultado en el cementerio de la iglesia Saint James, en Piccadilly.
BIBLIOGRAFÍA
1. Jenner E. An inquiry into causes and effects of variolae vaccinae, a disease, discovered in some of the Western counties of England, particularly Gloucestershire, and known by the name of cow pox, printed for the author by sampson low, London, 1798.
2. Moreau JL. Tratado histórico y práctico de la vacuna. Madrid: Imprenta Real, 1803.
3. Tuells J. El proceso de revisión a la traducción de Francisco Xavier Balmis del Tratado histórico y práctico de la vacuna, de Moreau de la Sarthe. Doi: dx.doi.org/10.1016/j.gaceta.2011.11.016