
Carlos Fernando Gatti
Notes on the pharmaceutical industry and its historical ethical dilemmas.
Dermatol Rev Mex 2018 marzo;62(2):81-83.
* Tomado del libro Historias cortas: Ensayos desde la dermatología. 1ª ed. Ediciones Científica Sur, Buenos Aires, Argentina, 2017.
Premio ILDS 2017: Certificate of Appreciation for International Leadership. Expresidente de la Sociedad Argentina de Dermatología. Expresidente del Colegio Ibero-Latinoamericano de Dermatología.
Sirva como comentario preliminar que el acto médico de recetar un fármaco, situación cotidiana en nuestra consulta, nos plantea desafíos y responsabilidades permanentes. Desde tener el conocimiento integral del producto a prescribir, hasta estar correctamente informado de sus acciones y eventuales efectos colaterales. Y en el mismo plano, el innegociable aspecto ético de indicar lo mejor para el paciente, de acuerdo con nuestro criterio, y absolutamente libre de todo conflicto de intereses.
Teresa Forcades i Vila es monja benedictina. Nació en Barcelona (1966) y estudió Medicina en esa ciudad. Realizó la especialidad de Medicina Interna en la Universidad de Nueva York. Sus trabajos en relación con la industria farmacéutica y su comportamiento son reconocidos mundialmente y advierten situaciones que los médicos debemos, cuando menos, conocer. Publicó un pormenorizado, estricto y muy difundido estudio en 2006 llamado “Los grandes crímenes de la industria farmacéutica”.
En el mismo refiere: “…en el breve periodo que va de 2000 a 2003, muchas de las grandes compañías farmacéuticas pasaron por los tribunales de Estados Unidos, acusadas de mala praxis. Ocho de dichas empresas fueron condenadas a pagar más de 2.2 mil millones de dólares de multa, reconociendo su responsabilidad por actuaciones que pusieron en peligro la salud de miles de personas… y me refiero al ocultamiento de información vital”, concluye Forcades i Vila.
El caso más paradigmático a principios del siglo XXI fue el antiinflamatorio llamado Vioxx, producto de un reconocido laboratorio internacional. El caso se publicó en todos los medios del mundo y le costó a la empresa demandas y dinero. La situación fue que mientras elaboraban un estudio de seguridad, detectaron un exceso de infartos de miocardio entre los pacientes que tomaban el medicamento.
El juicio demostró que durante el desarrollo del fármaco no se comunicaban todos los datos. La investigación del caso concluyó que Vioxx pudo haber sido corresponsable de más de 27,000 ataques cardiacos entre 1999 y 2003. El implacable informe de la monja catalana termina diciendo: “…Al final el laboratorio pagó una suma importante de dinero, pero, claro, nada comparado con lo que ganaron comercializando Vioxx. Y añadiré que la empresa se resistió a retirar el producto del mercado mientras duró el juicio, haciendo uso de estrategias legales…”
Por otra parte, en estos años, el sistema actual de investigación y desarrollo en nuevos fármacos está predominantemente impulsado por intereses comerciales de las empresas, en lugar de ser consideradas las prioridades globales de salud.
Esto significa que las investigaciones están dirigidas hacia las áreas más rentables, abandonando necesidades médicas fundamentales, en particular a las que afectan a los países en desarrollo.
Un artículo publicado en The Lancet Global Health (2012) mostró que, a pesar de algunos avances en la última década, persiste la ausencia de nuevos medicamentos para tratar las “enfermedades olvidadas o desatendidas” (“conjunto de enfermedades infecciosas, muchas de ellas parasitarias, que afectan principalmente a las poblaciones más pobres y con un limitado acceso a los servicios de salud. Han sido abandonadas por todos: por la industria farmacéutica, los gobiernos y, en ocasiones, hasta por el propio paciente, que se resigna y piensa que vivir con esa enfermedad es parte de lo que le ha tocado. Ejemplo: leishmaniasis, enfermedad de Chagas, lepra, tracoma, dengue, parasitosis varias, filariasis, micetomas, oncocercosis, úlcera de Buruli, entre otras…”, Dirk Engels, director del Departamento de Control de Enfermedades Tropicales Desatendidas. OMS, 2017).
Sólo 4% del total de tratamientos aprobados entre 2001 y 2011 estaba destinado a tratar tales procesos. Y gran parte del avance de estas investigaciones se centraba en la reformulación de medicamentos ya existentes. “Eso evidencia el desequilibrio marcado entre la carga mundial de enfermedades y la existencia de tratamientos contra algunas de las infecciones más devastadoras del mundo”. Así lo ha destacado la emblemática ONG Médicos sin Fronteras en un análisis presentado en una conferencia internacional (2012) destinada a estimular la innovación terapéutica contra estas enfermedades.
Sólo 4 de los 336 medicamentos completamente nuevos (nuevas entidades químicas) desarrollados entre 2001 y 2011 se diseñaron para el tratamiento de enfermedades olvidadas. Asimismo, en diciembre de 2011, sólo 1.4% de un total de aproximadamente 150,000 ensayos clínicos registrados estaba centrado en estas enfermedades desatendidas.
Mientras tanto, y transitando en su mundo comercial, varias empresas farmacéuticas de primera línea continúan la intensa competencia y desarrollo de varios cientos de terapias biológicas (la terapia biológica usa organismos vivos, sustancias procedentes de organismos vivos o versiones producidas en el laboratorio de tales sustancias; tiene muy buen efecto en enfermedades inflamatorias u oncológicas, altísimo costo y gran potencial de rentabilidad). En lo referente a la dermatología, las terapias biológicas son aplicables a casos muy especiales de diversas dermatosis.
Ahora bien, en paralelo, puede observarse con cierta preocupación que algunas empresas que desarrollan estas terapias también se orientan a promover la actividad de nuevas o artefactas agrupaciones médicas. Agrupaciones que compiten con las sociedades científicas históricas y genuinamente representativas de la especialidad.
¿Cuál es el objetivo? ¿promocionar más libremente sus investigaciones? ¿sugerir que su producto es el más inocuo?
Es probable… con la segura conclusión de ser el más recomendable para los casos especiales… y los no tanto.
¿Cómo bajar los altísimos costos de estos nuevos y eficientes productos? ¿Declinando dispendiosos gastos de mercadotecnia? ¿Aplicando esos recursos a un programa de reducción de precios? ¿Estableciendo reglas que permitan reducir márgenes de utilidad facilitando una prescripción más racional?
Difícil la tarea… el mercado manda… y en algunas ocasiones, seguramente las menos, los médicos acompañan.