Brief medical prescription used by apothecaries for the management of burns in the New Kingdom of Granada.
Dermatol Rev Mex. 2021; 65 (1): 108-112. https://doi.org/10.24245/dermatolrevmex.v65i1.5059
Paula Aguirre-Bejarano,1 Ignacio Briceño-Balcázar,2 Julio César Martínez-Lozano,2 Eduardo Tuta-Quintero,1,2 Laura Melo-Pérez,1 Alberto Gómez-Gutiérrez3
1 Estudiante, Facultad de Medicina.
2 Grupo Genética Humana, Facultad de Medicina.
Universidad de La Sabana, Chía, Colombia.
3 Instituto de Genética Humana, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.
Estimados Editores:
A finales del siglo XV, con la llegada de los conquistadores españoles al continente americano, se generó un intercambio cultural, étnico y tecnológico entre ambas regiones, contribuyendo a su vez a un avance médico significativo dado que implementaron conocimientos y prácticas médicas traídas desde el viejo continente.1,2 Durante la mitad del siglo XVIII en el Nuevo Reino de Granada (actual República de Colombia) la vida y salud humana se reconocían como pilares fundamentales en el desarrollo del Nuevo Mundo y en la lucha contra las epidemias o males que azotaban la población en aquella época.3 Por lo que los libros y manuales de salud publicados en ese siglo tenían gran relevancia en la historia de la medicina, ya que aportaban recetas, remedios y fórmulas curativas contra diversas enfermedades. Los autores de estos libros eran generalmente sacerdotes o damas de caridad que actuaban en nombre de la ley divina con el propósito de ayudar a los más pobres.4 Además, tenían un papel importante en la estructuración y dotación de boticas médicas para el servicio a la comunidad y era usual que en las huertas de los conventos se sembraran hierbas que eran utilizadas en la preparación de los remedios.5 Las boticas formaban parte del sistema médico español que fue implantado en los dominios americanos y con el establecimiento de enfermerías y hospitales, los religiosos vieron la necesidad de producir y abastecer medicamentos, lo que implicaba documentarse y estudiar más a fondo las fórmulas y compuestos químicos. Sin embargo, el uso de las plantas para prevenir, aliviar y curar enfermedades no tenía un sustento científico basado en la evidencia, desconociéndose así durante muchos años el mecanismo por el que su uso era beneficioso, por tal motivo la actividad biológica de los componentes fitoquímicos era reconocida de forma empírica y deductiva.5,6
En el archivo histórico de la biblioteca Octavio Arizmendi Posada en la Universidad de la Sabana (Chía, Colombia) se cuenta con una colección de un centenar de recetas médicas coloniales del siglo XVIII, donadas por el padre Cipriano Rodríguez Santa María, epónimo institucional del archivo. El propósito de este artículo es presentar una de estas recetas médicas del Virreinato de la Nueva Granada (actual República de Colombia), que fue utilizada para el manejo de las quemaduras por medio de un ungüento de álkali volátil, la analizaremos con el fin de comprender algunas recomendaciones médicas utilizadas en la historia de la medicina y parte de la historia terapéutica de Colombia.
La Figura 1 muestra una receta del siglo XVIII para el manejo de las quemaduras, que se transcribe literalmente y se describe a continuación:
INDICACIÓN
De las dosis en que se debe usar el Alkali volatil fluido (que se despacha en frasquitos de cristal en la Botica de la calle de la Montera), á 12 reales cada uno, los quales pueden remitirse por el corréo) en los casos siguientes.
QUEMADURAS. Se pondrá en la parte quemada un cabezal mojado en Alkali volatil fluído, en caso de que no haya vexigas; y en el de que las haya, se reventarán éstas, y se aplicará el Alkali volátil fluído diluido en seis tantos de agua. Véase la pág. 70 del mismo Librito.
MOR.
ANÁLISIS DEL DOCUMENTO FUENTE
A mediados del siglo XVIII había iniciado la circulación de textos médicos de terapéutica que contribuían al desarrollo de la medicina en el Nuevo Reino de Granada; la receta en mención se prescribía con el propósito de manejar las quemaduras en la piel, en ésta se expone un tratamiento cuyo componente principal es el álkali volátil; sin embargo, no se describe información adicional sobre el tipo de lesiones generadas por las quemaduras. Asimismo, la receta menciona las boticas como el lugar encargado de distribuir el álkali, por lo que es importante resaltar que las autoridades neogranadinas trabajaron en conjunto con los boticarios de la época, en la investigación y desarrollo de recetas médicas para el tratamiento de las enfermedades y aunque estas recetas carecían de estudios pertinentes, la bibliografía médica de la época permitió utilizar la biodiversidad de América para el desarrollo, investigación y uso de nuevos esquemas fitoterapéuticos con dosificaciones establecidas e indicaciones de uso, permitiendo el incremento de las posibilidades terapéuticas para el abordaje de diferentes enfermedades.1
BOTICAS EN EL SIGLO XVIII
Las boticas traídas desde el viejo continente a América fueron cuna de avances, conocimiento y prácticas médicas españolas. Estos establecimientos dedicados a la investigación de nuevas recetas médicas eran dirigidos y patrocinados por comunidades religiosas y fueron de gran importancia para la incorporación y desarrollo de las prácticas médicas durante la primera mitad del siglo XVIII. Los boticarios tenían un vínculo particular con los saberes transmitidos por vía escrita, pues, aunque aprendían a identificar las plantas, los minerales y la correcta preparación de una fórmula, éstos dependían de la adecuada, pertinente y acertada consulta de un libro de texto para la correcta realización de las recetas.5,7
Los medicamentos naturales se basaban en el estudio de las propiedades curativas de los reinos animal, vegetal y mineral; además, se determinaba cómo debía aplicarse el medicamento, con qué preparar las sustancias y cuáles eran las enfermedades que el médico debía conocer para ejercer apropiadamente el modelo.8
LAS QUEMADURAS A TRAVÉS DEL TIEMPO
En la mitología griega, las divinidades del Olimpo descubrían y domesticaban el fuego, conocido como uno de los cuatro elementos y centro del universo.8 Ésta fue la piedra angular para el desarrollo del ser humano como raza superior pero, a su vez, también fue el responsable de la aparición de lesiones en la piel, producto de las quemaduras, por consiguiente, se inició la búsqueda de cómo aliviar estas lesiones.9 Hipócrates de Cos (480 aC-Larissa 397 aC) usó grasa de origen animal y extractos de la corteza de los árboles o resina y asfalto. Aulus Cornelius Celsus (ca. 25 aC-50 dC) aplicaba vino y mirra con el fin de aliviar las quemaduras.10 En Europa, en América y específicamente en la Nueva Granada se incrementaron diferentes terapias y medicamentos, desarrollando diversas sustancias fitoterapéuticas, la mayor parte de estas insistían en el tratamiento tópico con el fin de controlar la inflamación.11
En el siglo XIX se inició el tratamiento quirúrgico de las quemaduras mediante resecciones tangenciales de tejido necrótico y utilización de injertos de piel. Sin embargo, en 1869 el médico Jaques-Louis Reverdin (1842-1929) realizó injertos epiteliales con resultados favorables, lo que permitió un importante logro en el tratamiento de estas lesiones. Hacia finales del siglo XIX se concluyó que el tratamiento no sólo debería ser tópico, sino que también debía considerar las alteraciones sistémicas y metabólicas, por lo que se inició la terapia con líquidos intravenosos con el fin de tratar las alteraciones generadas por la pérdida de líquidos y el desequilibrio metabólico, reemplazando por completo el uso de agentes fitoterapéuticos. Posteriormente, en el siglo XX, gracias a los avances en el estudio de la fisiopatología de las quemaduras y la aparición de los antibióticos, se lograron importantes avances en el tratamiento y pronóstico de estos pacientes.11,12
ÁLCALI VOLÁTIL, AGENTE FITOTERAPÉUTICO EN EL NUEVO REINO DE GRANADA
En la preparación de esta receta del archivo histórico Cipriano Rodríguez Santa María utilizan como agente principal el álcali volátil, por lo que es clave resaltar sus principales propiedades fitoquímicas por las que era usado en el tratamiento de las quemaduras durante el virreinato.
Bajo el término de álcali “se designaban indistintamente al menos dos de las formas en las que se presentaba el gas obtenido de la putrefacción de las materias orgánicas animales y algunas vegetales. En forma gaseosa o disuelto en agua se designaba como “álcali volátil” o “álcali volátil cáustico”, mientras que unido al ácido carbónico formaba una sustancia sólida identificada como “álcali volátil concreto”, “álcali volátil no cáustico” o “álcali volátil aireado”. El nombre de amoniaco, con el que actualmente designamos a este gas, procede del término sal ammoniacum con el que diversos autores latinos nombraron las sales de cloruro de amonio formadas en el oasis de Ammon, en el Alto Egipto.13
Durante el periodo colonial se le atribuyeron diversos usos, como el manejo de tumores articulares, apoplejía, asfixia, mordedura de víbora, picadura de insectos, mal de rabia, epilepsia y quemaduras.14,15 En ese periodo de la historia el uso de álkali se consideraba un manejo médico con dosificación establecida e indicaciones claras frente al uso y lugar de dispensación.
Al realizar una revisión en la bibliografía, se ha documentado en la actualidad el uso farmacéutico del lactato de amonio, que es una mezcla de ácido láctico e hidróxido de amonio (amoniaco líquido), se encuentra en sales, lociones y cremas de aplicación tópica con efectos analgésicos, hidratantes, queratolíticos y capacidad antipruriginosa.16,17
Después de analizar el componente de la receta colonial en mención, a la luz de los conocimientos médicos actuales, se puede concluir que esta prescripción médica no tenía validez para el tratamiento de quemaduras en la piel durante el Nuevo Reino de Granada, debido a que, en su forma pura de álkali volátil (amoniaco), no tiene las propiedades hidratantes, analgésicas y queratolíticas que sí posee como lactato de amonio. Además, la ausencia de información en la receta médica sobre reacciones adversas y contraindicaciones de su administración ponía en riesgo la salud y vida de los pacientes debido a que la exposición a este compuesto en altas concentraciones puede generar quemaduras químicas.
Asimismo, se evidencia que las boticas traídas desde el viejo continente a América fueron cuna de grandes avances médicos en esa época. Además, gracias a la biodiversidad del continente americano y al descubrimiento de algunas propiedades fitoquímicas de determinadas plantas se lograron numerosos avances médicos en la región.
Por último, el conocimiento de la existencia de estas recetas o manuscritos y el aporte realizado por las boticas son de gran importancia para la historia colonial en Colombia y para el estudio de la historia de las ciencias durante ese periodo, permitiendo entender los ejercicios medicinales de aquel siglo y su evolución a través del tiempo.
Agradecimiento
Los autores expresan agradecimiento al doctor Jorge Uribe Vergara por su contribución al entendimiento del contexto histórico.
Financiación
El proceso de investigación y publicación fue financiado por las universidades a las que están afiliados los autores.
BIBLIOGRAFÍA
Fuente primaria
1. Archivo Histórico Cipriano Rodríguez Santa María (Universidad de La Sabana) –Fondo Manuel María Mosquera– caja 10, carpeta 2, folio 9 recto 9 verso.
REFERENCIAS
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