Dermatol Rev Mex. 2019 julio-agosto;63(4):435-437.
Ricardo Quiñones-Venegas
Subdirector Médico, Instituto Dermatológico de Jalisco Dr. José Barba Rubio, Zapopan, Jalisco, México.
Ubicado en el centro histórico de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el Instituto Cultural Cabañas es en la actualidad el edificio de mayor superficie en América Latina, se considera una de las muestras más importantes de la arquitectura neoclásica en México, así como un elemento emblemático para la ciudad (Figura 1).
La información que se puede aportar del recinto, que por mucho tiempo fue denominado Hospicio Cabañas, se divide en dos etapas: 1) la de índole asistencial y 2) la de índole cultural, por sus elementos arquitectónicos y riqueza pictórica que sus murales contienen.
De la primera etapa: el edificio fue fundado en 1810, por el obispo Juan Ruíz de Cabañas y Crespo, con función humanista y asistencial para cubrir la necesidad sentida por huérfanos, menesterosos y ancianos, motivo por el que fue inicialmente conocido como Casa de la caridad y la misericordia. En 1892 el gobernador de Jalisco Juan N Cumplido le asignó el nombre de Hospicio Cabañas, en honor a su fundador.
El hospicio aportó, durante 170 años, su noble servicio a la comunidad, en ese lapso albergó a más de cinco millones de internos, hasta el 12 de mayo de 1980, fecha en que 450 niños residentes del hospicio fueron reubicados en otro recinto de la zona metropolitana de Guadalajara. De este modo, con la salida de sus albergados, en 1983 inició su restauración y readaptación y desde ese año se le denomina Instituto Cultural Cabañas.
En cuanto a su segunda etapa histórica, es necesario remontarse a 1938, año en que el gobernador de Jalisco, Everardo Topete, encomendó al muralista jalisciense José Clemente Orozco (1883-1949) la decoración pictórica de los muros de la hasta entonces denominada Capilla Mayor. En su obra, Clemente Orozco plasmó en el lapso de dos años 57 murales con extensión de 1250 metros cuadrados. La mayor parte de los murales giran en torno a la Conquista de México, con insistencia en el carácter opresor de los conquistadores, como se puede observar en uno de los frescos dedicado a Hernán Cortés, en el que se muestra su torso vacío, por tanto, carente de corazón.
Plasmado en la parte correspondiente a la cúpula de la Capilla Mayor, a una distancia de 27 metros de piso a techo, nos permite apreciar Orozco lo que muchos críticos han considerado la obra cumbre de este artista: El hombre de fuego. El estilo pictórico de este mural es abstracto y surreal, con solo dos colores: rojo y negro, matizados en tonalidad del claro al oscuro.
El hombre de fuego impresiona no solo por lo que su imagen refleja, sino por su gran tamaño, con longitud de 11 metros, las rodillas del personaje son el punto equidistante y central del mismo.
Asimismo, los amplios espacios físicos del interior de la Capilla Clementina le permitieron a Clemente Orozco jugar con la perspectiva, elemento dinámico en cada uno de sus murales. De tal modo que, según el ángulo con que cada obra sea observada, puede adquirir una interpretación distinta y El hombre de fuego es el fiel reflejo de este juego con la perspectiva característica del artista. De esta manera, y de acuerdo con el punto cardinal en que observemos esa figura, se hace evidente cómo la posición del personaje cambia, de horizontal (si se observa desde el punto cardinal sur-este [Figura 2A]) hacia una vertical (desde un punto cardinal sur-oeste [Figura 2B]).
El mural con su personaje central, el hombre en llamas, invita a pensar e interpretarlo de acuerdo con el juicio del propio observador y más que atender las diferentes y muy variadas interpretaciones que de este personaje se han emitido –lo que hace aún más interesante este mural– considero que es más importante apreciar su magnitud, su fuerza y su belleza.
A la fecha, hay más de 24 variadas interpretaciones de este mural que han expresado diferentes críticos. De ellas, es de resaltar la que sugiere que “la cúpula está integrada por cuatro personajes que representan a los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego”.
El Instituto Cultural Cabañas fue declarado por la UNESCO, en 1997, patrimonio cultural de la humanidad. Representa, sin duda, uno de los atractivos turísticos más relevantes y visitados por turistas nacionales y extranjeros. Más allá de sus murales y acogedores espacios y recintos, son motivo de visita sus múltiples exposiciones de pintura y escultura.
Para finalizar, vale la pena incluir la opinión que de este recinto emitió uno de los más grandes poetas del siglo XX, Pablo Neruda: “a nombre de los artistas latinoamericanos, considero al maestro José Clemente Orozco el más grande muralista que esta patria ha parido, el más genial de América y orgullo de México ante el mundo. Y, si en este momento, México no reconoce su obra, habrá generaciones que sí sabrán reconocerla, entonces y sólo entonces, se darán cuenta que Orozco no morirá, porque la obra mural de este maestro es la misma esencia de esta gran nación, de este gran pueblo, que corrompido por la miseria y el desamparo, a México no le resta más que seguir el camino que Orozco le ha marcado en la cúpula de su principal recinto: en el mural de El hombre de fuego, se levanta del polvo hacia su más alto destino”.
LECTURAS RECOMENDADAS
1. Hospicio Cabañas. Artes de México. Revista-libro trimestral. Número 124, marzo 2017.
2. El rostro oculto del Hospicio Cabañas. Autor: Rubén Rodríguez Corona. Derechos reservados.
3. Historia del Instituto Cultural Cabañas, Gobierno del estado de Jalisco, autor: Marcela López. Instituto Cultural Cabañas (ICC). Fecha de actualización: 20/08/2014-18:21:36.