Dermatol Rev Mex 2018 noviembre-diciembre;62(6):545-546.
Francisca Hernández-Hernández
Facultad de Medicina, UNAM.
En el marco del XII Diplomado de Micología Médica, organizado por el Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM, como parte de la Ceremonia de Clausura, se rindió un merecido homenaje al Dr. Oliverio Welsh Lozano. En esta ocasión los doctores Roberto Arenas, Lucio Vera-Cabrera, Rubén López-Martínez (profesor titular del I al X Diplomado de Micología Médica) y la Lic. Verónica Welsh-Hernández estuvieron a cargo de narrar los aspectos más relevantes de la vida académica, científica y familiar del Dr. Welsh. Ante diferentes autoridades de la Facultad de Medicina (Dra. Margarita Cabrera –Secretaria de Ciencias Básicas–, Dra. Paz María Salazar –Jefa del Departamento de Microbiología y Parasitología–, Dr. Javier Ambrosio –Coordinador de Investigación–, los profesores titular, adjuntos y asociados del Diplomado, alumnos de diferentes países latinoamericanos –Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Paraguay, Brasil y diferentes estados de la República Mexicana–) y otros invitados, se resaltó la trayectoria profesional del Dr. Welsh: nació en Montemorelos, Nuevo León, el 17 de diciembre de 1939 y desde niño descubrió su interés por la Medicina entre las fórmulas de la botica de su padre. En 1962 se graduó como Médico Cirujano y Partero en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ingresó a la Universidad de Michigan en donde obtuvo la especialidad en Dermatología. En 1969 se integró a la plantilla de profesores de la Facultad de Medicina de la UANL. En 1974 fundó el Laboratorio de Micología, en donde capacitó a becarios en esa área; aquí inició el estudio formal del micetoma, enfermedad infecciosa crónica muy frecuente en México. En este laboratorio, junto con el Dr. Mario César Salinas, iniciaron la línea de investigación encaminada a explicar la fisiopatogenia de la enfermedad. De 1979 a 1986 fue Subdirector de Investigación y Estudios de Posgrado de la misma Universidad, periodo en el que se implementaron los estudios de Doctorado en Ciencias y en Medicina. En 1982 iniciaron el tratamiento con amikacina en un paciente grave con actinomicetoma, con resultado exitoso; así se rompió el paradigma de que el tratamiento contra actinomicetoma debía durar años, que en el peor de los casos terminaba con la amputación de la extremidad afectada. Ésta ha sido la más notable aportación del Dr. Welsh a la Medicina.
El Dr. Welsh es miembro de la Academia Nacional de Medicina. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores nivel III, ha publicado más de un centenar de artículos en revistas de alto impacto y más de 30 capítulos de libros. Ha impartido alrededor de 400 conferencias nacionales e internacionales.
El Dr. Welsh agradeció este homenaje: “Es un honor y una distinción que una institución de talla internacional (UNAM) me haya dado este reconocimiento”. Su filosofía de vida es: “uno no tiene límites y debe encontrar la fuente de cómo mejorar e ir más allá de esos límites en el momento preciso y necesario, eso nos llevará al diagnóstico correcto”.
El Dr. Oliverio Welsh es considerado un ejemplo de éxito.